El último merengue de Big Papi.

Independientemente de los resultados de esta campaña en octubre se cerrará una etapa en Boston. Un etapa, por otra parte, que ha sido la segunda más exitosa en la historia de la franquicia. La anterior fue hace un rato largo, entre 1912 y 1918.

Desde 2004 los viejos muros de Fenway han vivido más juergas que en los ochenta años anteriores. Han visto a grandes jugadores que han permitido la conquista de tres Series Mundiales (2004, 2007 y 2014). Jason Varitek, Johnny Damon, Manny Ramirez, Curt Schilling, Dustin Pedroia y hasta Pedro Martinez. Pero el que se ha ganado el corazón de toda Nueva Inglaterra es David Ortiz.

La historia de amor entre el dominicano y Boston empieza en 2003. Después de varios años en los Twins a Ortiz le llega el momento de renovar. Pese a tener unos números más que aceptables (.272/.339/.500 con 75 impulsadas y 20 HR en 466 turnos) los de Minnesota dejan que salga a la agencia libre. Cierta inconsistencia en sus bateos, unido a problemas de rodillas son demasiado lastre. Los Red Sox, dirigidos por un joven Epstein, deciden ficharle. La historia de la franquicia cambiará para siempre.

La sonrisa de Ortiz.

El flechazo fue instantáneo. ¿Cómo no enamorarse de alguien como Ortiz? La afición de los Medias Rojas quedó prendada de su sonrisa, de su carácter y hasta de su carismático apodo. Nadie sabe muy bien quien le llamo Big Papi por primera vez, aunque Kevin Millar se lo atribuye a sí mismo con cierta timidez. Parece que Ortiz se refiere a todo el mundo como papi, así que en algún momento sus compañeros empezaron a utilizar la expresión para referirse al bateador.

Su rendimiento deportivo en Boston fue espectacular desde el principio. En sus primeras cinco temporadas (de 2003 a 2007) estuvo en las quinielas para ser MVP, y en todas ellas superó las 100 impulsadas y los 30 cuadrangulares. Además consiguió ganar las Series Mundiales en 2004 y 2007, teniendo papel protagonista en ambas post temporadas.

Desde el 2008 hubo cierto bajón en su rendimiento. La edad no perdona y las lesiones tampoco. Su momento más duro se produjo en 2012, cuando algunos problemas en el talón de Aquiles solo le permitieron disputar noventa partidos.

Celebrando un cuadrangular.

Afortunadamente en el 2013 volvió recuperado y con las pilas puestas. Algo totalmente inesperado para un tío que ya tenía 37 castañas. Dejo a todos con la boca abierta y contra todo pronóstico guió a los Red Sox a la conquista de sus terceras Series Mundiales de la década. Además fue elegido MVP del Clásico de Otoño.

Pero si hay algo que convirtió a Ortiz en ídolo total y absoluto, no solo de la Red Sox Nation, sino de todo Massachusetts fue su discurso tras los atentados de la maratón de Boston en abril de 2013. Big Papi dice que no se preparó nada, sino que cogió el micro y dejó que las palabras le salieran de adentro. Nunca sabremos si esto es cierto, pero si sabemos que si Ortiz se postulara a la alcaldía de Boston saldría elegido con mayoría absoluta. Sin duda está a la altura de los Williams, Bird, Rusell, Brady, Orr o Bucyk. Una leyenda para la ciudad.

Después de un '14 y '15 buenos a nivel individual pero malos para el equipo David Ortiz ha dejado caer que (salvo sorpresa mayúscula) 2016 será su último año. Los Red Sox se ha reforzado bien durante el invierno, y a pesar de las dudas puntuales parecen candidatos a jugar en octubre. Quizás Big Papi diga adiós por todo lo alto.