A estas alturas nadie duda de mi absoluta devoción por los Medias Rojas. Todo el mundo sabe que soy un fiel y buen patriota de la Red Sox Nation, pero parece que hay vida más allá de Fenway. Para hablar de ello nace Elevado a los jardines.
Todo lo malo se pega, y parece que las chorradas de Loria, el dueño más tocado de la MLB, no son una excepción. En apenas una semana de Spring Trainning Don Mattingly, recién llegado a Miami como mánager, sorprende con una medida absurda y propia de equipo de instituto: prohibido el vello facial.
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Mattingly y su bigote. |
La casualidad quiso que un mes antes de la bronca Mattingly "grabara" un episodio de los Simpons donde sus inexistentes patillas eran protagonistas. El capítulo nos cuenta como el equipo de softball de la central nuclear de Springfield contrata a una serie de jugadores profesionales entre los que esta Mattingly. Este es hostigado por el señor Burns, que exige que el jugador se corte unas patillas que no tiene si quiere formar parte de la plantilla.
En la serie de dibujos Mattingly acababa despedido, pero en el mundo real la cosa se zanjó de forma bien distinta. Después de perderse el partido del 15 de agosto frente a los Royals el jugador accedió a cortarse el pelo y el equipo anuló una multa que se le había puesto previamente. Como vemos lo del entrenador de Miami con los pelos venía de viejo.
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El "gran" Jeffray Loria. |
Llámenme imbécil, pero me da la impresión que los problemas de los Marlins poco tienen que ver con la densidad de barbas, bigotes o perillas de su roster. Si la franquicia de Florida lleva desde 2009 sin conseguir un balance positivo no creo que se deba al bigotillo de Dee Gordon. Ni las barbas de Mike Dunn tienen culpa en que octubre sea terreno vetado para los Marlins desde aquel 2003 en que ganaron las Series Mundiales.
Mattingly sea usted un poco responsable. Use la cabeza. Piense en lo que tiene por delante. Tenga la certeza de que en algún momento de la temporada Boras va a incordiar con el tema de limitar las entradas de Jose Fernández. Recuerde que su nuevo hitting coach es Barry Bonds, una leyenda con el bate y un bocazas que en algún momento la liara. No olvide que el capitán del barco es Jeffrey Loria, que tarde o temprano hará una de las suyas. No empiece usted a crear mal rollo que ya lo harán otros por usted.
Teniendo todo lo anterior en cuenta lo mejor que puede hacer el nuevo manager de Miami es limitarse a entrenar. Intentar que un equipo sin alma y sin objetivos vuelva a ilusionar y a pelear por algo. Y desde luego eso no se consigue a golpe de Gillette.
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