Noviembre, Diciembre, Enero, Febrero y por fin Marzo. Aunque este invierno no ha sido especialmente frío a los amantes del béisbol siempre se nos hace largo, duro y gélido, casi interminable. Afortunadamente la primavera esta a la vuelta de la esquina. Nos volveremos a poner la gorra, no meteremos una enorme bola de chicle en la boca y sonreiremos al ritmo del cloc seco de los batazos y el pup amortiguado de los guantes. La MLB esta de vuelta.
Lo de la sonsira es algo generalizado, pero como todo tienes matices. Si tu equipo no se ha reforzado esbozaras una sonrisa de media vela. Tímida y cautelosa. Por contra si los tuyos han fichado mucho y bien mostrarás con orgullo una brillante sonrisa profident. Y además sacarás pecho.
Los que saben de esto dicen que los aficionados de Boston tenemos razones de sobra para lucir una esplendorosa sonrisa de oreja a oreja. Que se han traído jugadores de garantías, mayormente en el montículo, donde el año pasado estuvo nuestro talón de Aquiles. Dicen que estos nuevos lanzadores, respaldados por una de las mejores ofensivas de la Mayores, harán que los Red Sox vuelvan a alegrarnos las calurosas noches del verano.
Después de dos años de lloriquear en el fondo de la clasificación parece que todo va a ser una fiesta. David Price comandará una rotación que terminó la temporada pasada a gran nivel. Kimbrel y Smith serán las estrellas de un bullpen renovado. Y una ofensiva que ya resultó superlativa el año pasado volará al ritmo de Betts, Bogaerts y Ortiz.
Estas buenas sensaciones son ratificadas por los gurús del mundillo. Según Fangraphs los Red Sox se irán en el 2016 hasta las 91 victorias, solo superados por unos Cubies que tienen vitola de equipazo.
Si todo sale bien y las cosas marchan como lo hicieron en agosto y septiembre del año pasado esas 91 victorias se antojan hasta cortas. Pero ¿y si las cosas salen mal?
Si Bradley y Castillo vuelven a ser los dos monigotes sin alma a los que estábamos acostrumbados. Si Mookie no se adapta al jardín derecho con tanta soltura como lo hizo al central (recordemos que fue 2B durante toda su formación). Si la parte baja de la rotación vuelve a hacer aguas y Porcello y Kelly firman un sonrojante inicio de campaña similar al pasado. Si Sandoval vuelve a ir a su bola y repite una actuación defensiva tan pobre como la del 2015. Si el experimento de Hanley en la primera acaba en tragedia griega.
Como vemos hay demasiados "y si...". Demasiadas cosas que pueden salir mal y hacer que el equipo se derrumbe. Los Red Sox no dejan se ser un precioso castillo de naipes. Un gigante con pies de barro. Un equipo cuyo éxito se basa en demasiadas tostadas que deben caer con la mermelada hacía arriba.Tengamos cautela en Boston. Lo mismo acabamos pintándonos la sonrisa de payasos un año más.
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