domingo, 26 de junio de 2016

Serie 24 @ Rangers.

Viernes 24 junio. Red Sox 8-7 Rangers.

Las últimas aperturas de Price habían hecho que nos olvidáramos de su contrato. En los ochos partidos previos a este acumulaba un ERA de 2.47 y los 217 millones de dólares que va cobrar en los próximos siete años empezaban a parecer "merecidos". Contra los Rangers el zurdo colapsó y sufrió uno de los mayores correctivos de su carrera. En menos de tres entradas permitió que doce de los dieciocho bates que enfrentó llegaran a bases. Además encajó seis carreras y logró un único strike.

Hay a quien hablar del contrato de Price después de una tarde tan desastrosa le pueda parecer ventajista e incluso poco elegante. Quizás lo sea, pero cuando firmas por una cantidad tan desmesurada te comprometes a dar unos estándares de calidad de los que Price, a día de hoy, está muy lejos. Si no cumples las críticas llegaran y una parte importante de ellas se centrarán en el hecho de que cobras un salario que no se corresponde con tus prestaciones. Excusas como la presión no sirven. Si no te tembló el pulso al pedir la pasta no debería de temblarte el brazo al subir a la lomita.

Price le dejó al bullpen un marrón de campeonato. Más de seis entradas por lanzar y un 0-6 en contra. Barnes, Layne y Hembree frenaron el vendaval ofensivo de los texanos y pusieron los cimientos de una remontada imposible.

El parque de los Rangers es especialmente propenso a los cuadrangulares, y los Red Sox lo aprovecharon. Un doble homer de Hanley evitaba el bochorno mientras que otro de Bradley daba ciertas esperanzas. Con el 4-7 en el marcador se llegó a la parte alta de la novena, donde un at bat prodigioso de León impulsaba una carrera y le daba a la parte alta del lineup la opción de cerrar la remontada. Mookie lograba la igualada con otro home run y Pedroia ponía todo patas arribas al anotar el 8-7 en un wild pitch de Matt Bush. Con Kimbrel descansando Koji fue el encargado de cerrar. Lo hizo a lo grande, con tres ponches.

Betts celbra su homer con Bogaerts.

Sábado 25 junio. Red Sox 3-10 Rangers.

Podríamos limitarnos a decir que se perdió porque todo lo que fue buena suerte el viernes se convirtió en mala el sábado. Pero sería mentir. La remontada del partido anterior parecía de las que cambia tendencias. Uno de esos puntos de inflexión que transforma las malas rachas en buenas. No fue el caso. En el segundo partido de la serie los Red Sox volvieron a ser el equipo ramplón del mes de junio. Con el desastroso añadido de que la knuckleball de Wright no bailó como nos tiene acostumbrados.

El abridor de Boston tuvo muchos problemas con su bola de nudillos. Las que no se iban fuera de la zona de strike llegaban muy mansas a las bateadores, como demostró Desmond con un facilísimo cuadrangular en la cuarta. Tanta inconsistencia con la kunckleball obligó a Wright a recurrir mucho a su recta, un pitch de 83 mph que hace daño cuando pilla por sorpresa a los bateadores, pero muy asequible si lo esperas. La ofensiva de los Rangers lo recibió con los brazos abiertos y en la quinta ya habían anotado ocho carreras.

Wright no estuvo inspirado, pero ni el fildeo ni los bateadores le ayudaron. La defensa en el diamante fue horrible. Dos errores clamorosos, uno de Bogaerts y otro de Ramirez, dieron turnos de bateo extras que acabaron resultando claves. Con el bate pasó algo que se está convirtiendo en un hábito peligroso. Boston no consiguen buenos promedios con corredores en bases.

Viernes 26 junio. Red Sox 2-6 Rangers.

Lo grave no es que Buchholz concediera cinco carreras en cinco entradas. Lo grave es que absolutamente todo el mundo sabía que algo así iba a pasar. Lo sabían los fans de Texas y de Boston. Lo sabían los periodistas. Lo sabían los bateadores de los Rangers, los árbitros, sus compañeros y, lo que es más grave, lo sabía el staff de los Red Sox y hasta el propio interesado. A día de hoy Buchholz no puede lanzar en las Mayores.

El problema es que su cuerpo no es el que era y él parece no darse cuenta. Ha sido incapaz de adaptar su modo de lanzar a las limitaciones que el tiempo ha impuesto a un físico que siempre fue muy frágil. Buchholz debe hacer dos cosas si el año que viene quiere seguir en la MLB. Primero reconocer que no está pasando por una mala racha, sino que su brazo no es el que era. Después  irse a las Menores y descubrir una nueva manera de lanzar.

Si el pitcheo no funciona y el ataque sigue sumido en una mala racha es imposible ganar. Los Red Sox promediaron 6.5 carreras por partido en mayo. En junio no pasan de las cinco. Solo la parte alta del lineup con Betts, Predroia, Bogaerts y Ortiz ofrece seguridad. El resto es una auténtica lotería. Bradley vive de la racha de 29 partidos con hit y de un poder de extra base que cada vez es más ocasional. Shaw consigue sacar muchos lanzamientos a los pitchers y su swing defensivo es extraordinario pero se poncha demasiado. Y Hanley es Hanley.

La serie en Texas reconfirma el mal momento por el que están pasando los Red Sox. El primer partido fue un simple espejismo que las dos derrotas posteriores han hecho olvidar rápidamente. Se acerca el mes de julio y parece evidente que Dombrowski se moverá. El problema es que a día de hoy al equipo se le ven muchos huecos que tapar.

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