Lunes 21 junio. White Sox 3-1 Red Sox.
No están los Red Sox en situación de desperdiciar buenas aperturas de sus pitchers. Y aún así se empeñan en hacerlo. El domingo casi hacen que las ocho entradas con una carrera lanzadas por Price no les dieran la victoria frente a Mariners. En este primer partido contra los White Sox la ofensiva volvió a estar irreconocible y fue incapaz de darle a Steven Wright una W más que merecida.
El lanzador nudillero de Boston volvió a estar enorme. Secundado por un gran trabajo de recepción de Vazquez se fue hasta las nueve entradas por tercera vez esta temporada. Concedió cinco hits y una sola carrera, provocada en parte por lo incontrolable que pueden llegar a ser sus lanzamientos. Tan buena está siendo la temporada de Wright, cuyo ERA de 2.01 es el más bajo de la AL, que ya hay quien lo postula como abridor en el All-Star.
Sobre el ataque poco que decir. O poco bueno. Cinco hits en diez entradas es un bagaje muy pobre para una ofensiva que presume de ser la mejor de las Grandes Ligas. Tan deficientes fueron los bates de los Red Sox que ni siquiera en la parte baja de la novena, cuando tres boletos seguidos cargaban las bases con ningún out, pudieron producir una carrera que les hubiera dado la victoria. Un buen trabajo de Duke en la lomita y un shift que llenó el diamante de defensores mandó el partido a las entradas extras. En el décimo capítulo descifró a Kimbrel e impulsó dos carreras que daban la victoria a los de Chicago.
Martes 21 junio. White Sox 3-1 Red Sox.
La noticia del día era que Buchholz volvía a abrir un juego. Después de tres semanas en el bullpen el texano tenía una oportunidad para demostrarle a Fenway que todavía había hueco para él en la rotación. Le bastaron dos lanzamientos para convencer hasta al más fiel de sus seguidores de todo lo contrario. Su primer pitch fue un homer de Anderson, el segundo un doble de Eaton. Cuando Buchholz retiró al tercer bateador Boston ya perdía 2-0.
Todas las dudas e inseguridades que rodeaban el montículo cuando Buchholz estaba allí se disipaban para convertirse en tranquilidad y equilibrio cuando era Sale el que lanzaba. Dicen que las comparaciones son odiosas., en este caso eran más que odiosas. El pitcher zurdo de los White Sox cumplió con su papel de súper estrella y anuló a un ataque que ya no asusta tanto. Con Ortiz en el banquillo por descanso, solo Travis Shaw fue capaz de descifrar al ace de Chicago que con esta victoria ya llega a las doce en 2016.
La irregularidad del pitcheo es algo que debe preocupar, pero se contaba con ello. Lo verdaderamente alarmante es el bajo rendimiento de la ofensiva en los últimos partidos. El ataque que promedió más de seis carreras por juego en mayo es una sombra de lo que fue. Los Red Sox están dejando a muchísimos corredores en circulación y no anotan más de una carrera por entrada en los últimos 26 innings.
Miércoles 22 junio. White Sox 8-6 Red Sox.
Los Red Sox siguen empeñados en perder partidos. Si no es por una cosa, es por otra. Veníamos de una serie de enfrentamientos en los que el ataque estaba dejando al pitcheo "con el culo al aire". En esta ocasión la ofensiva si que produjo y Rodriguez estuvo correcto en su apertura. El problema vino del bullpen.
El abridor venezolano trasmitió buenas sensaciones por primera vez en lo que va de temporada. Es cierto que sigue abusando de la bola rápida, que al menos ya alcanza las 95mph, pero cada vez la mezcla más con la changeup. Su control también ha mejorado, "solo" dio dos boletos en seis entradas, pero aún le falta afinar más. Un error de colocación le costó un home run de Frazier en la sexta.
Los bates hicieron buenas las cuatro carreras concedidas por Rodriguez y supieron hacer daño a Quintana, uno de los mejores pitcher de la Liga Americana. Un rally de cuatro carreras con Bogaerts como protagonista en la cuarta y un cuadrangular de Ramirez en la sexta dejaban al bullpen la responsabilidad de no perder el partido. En el octavo episodio, con un 4-6 favorable para Boston, Koji subía al montículo. Ya habíamos hablado de la irregularidad del japonés esta temporada. En este partido volvió a hacerse patente. Dos home runs, tres carreras y una imagen que lo resume todo. La del propio Koji de cuclillas con la cabeza metida entres los brazos. Una estampa que representa perfectamente el estado de ánimo de los Red Sox.
Jueves 23 junio. White Sox 7-8 Red Sox.
En la décima entrada. De milagro. Y sin saber ni cómo. Pero los Red Sox ganaron el partido y evitaron una barrida que hubiera sido crítica. Cuando llegas a un final apretado con una serie de malos resultados detrás lo lógico parece volver a perder. Por simple inercia. Pero esta vez la moneda favoreció a los Red Sox. Un walk off hit de Bogaerts después de dos entradas de Kimbrel sin conceder carreras salvaron los muebles y dejaron una pírrica victoria en Fenway.
La tarde empezó torcida. Porcello se mostró más aturullado de lo habitual en la lomita. No solo concedió muchos hits sino que tuvo problemas evidentes a la hora de atrapar varias rodadas que fueron en su dirección. Los White Sox aprovecharon esto y llegaron a dominar el marcador por 3-0.
Boston fue incapaz de anotar hasta la quinta entrada. Poco importó que James Shields abriera para Chicago. El pitcher llegó a este partido con un récord de 2-9 y un ERA de 6.28. Sus números desde que fichó por los White Sox eran todavía peores: 0-2 y 21.81 de ERA. Salió del partido habiendo concedido tres carreas y cinco hits.
Tras varias alternancias en el marcador el partido llegó empatado al final de la novena y se fue a las entradas extras, donde ya sabemos lo que pasó. Una victoria in extremis que no cura pero al menos apacigua un poco las cosas. La racha de diez partidos consecutivos en casa termina con un más que decepcionante 4-6. La buena noticia es que los Orioles tampoco están pasando por su mejor momento. La mala la visita a Texas para medirse con el mejor conjunto de la Liga Americana.
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