viernes, 8 de julio de 2016

ELEVADO A LOS JARDINES XIII: La vuelta del hijo pródigo.

 A estas alturas nadie duda de mi absoluta devoción por los Medias Rojas. Todo el mundo sabe que soy un fiel y buen patriota de la Red Sox Nation, pero parece que hay vida más allá de Fenway. Para hablar de ello nace Elevado a los jardines.


Pasar por tres equipos distintos en cuatro años no suele ser buena señal. Desde que saliera de los Mets a finales del 2011 José Reyes ha defendido la zamarra de Marlins, Blue Jays y Rockies. Todo para acabar de vuelta en la Gran Manzana. La diferencia es que el dominicano se marchó de los Amazin' como una estrella, con un contrato de 106 millones bajo el brazo, y ha vuelto como un apestado.

Su rendimiento estos últimos años ha estado lejos de lo esperado. Su 2011 con un promedio de .337. Sus cuatro temporadas consecutivas robando más de 55 bases. Sus cuatro presencias en el All-Star. Todo parecen simples recuerdos. Estadísticas de un jugador que ese agujero negro que es Miami absorbió y del que no nos volvimos a acordar hasta el escándalo de Hawaii el pasado invierno.

El 31 de octubre Reyes era detenido en Wailea, Hawaii, por violencia de género. El caso no prosperó y la fiscalía tuvo que archivarlo. La testigo principal (y al mismo tiempo presunta víctima), su mujer, se negó a colaborar con la justicia. Siguiendo una práctica cada vez más habitual en el deporte estadounidense la MLB decidió imponer una sanción al jugador a pesar de que la justicia no había podido demostrar la agresión.

Los Rockies encontraron la ocasión ideal para desprenderse de Reyes. La mala prensa le permitía a la franquicia de Colorado, en plena reconstrucción, prescindir del dominicano utilizando el incidente como excusa. Los intentos de traspaso no prosperaron. Ningún equipo estaba dispuesto a arriesgarse por un jugador de 33 años, con un contrato elevado, que llevaba seis meses sin jugar por la suspensión de la Liga y que además tenía mala reputación. La única opción de los Rockies fue cortar a Reyes.

Al poco de quedar libre los Mets anunciaban que se hacían con sus servicios hasta final de temporada. El 5 de julio, después de varios juegos en las Menores, Reyes "debutaba" con el equipo de su corazón. El Citi Field lo recibió con una ovación. Sin acordarse de su marcha en el 2012 y sin recordarle la agresión. En Queens saben que José puede ser muy importante. No será el bateador que se marchó hace cuatro años, pero puede ser un líder.


A día de hoy los Mets están descabezados. La lesión de Wright ha dejado una agujero enorme en el clubhouse. Las dos figuras destinadas a ocuparlo no lo hacen. Harvey parece más rarito cada día. La última es que se pierde lo que queda de temporada por una nueva lesión. Por otro lado tenemos a Céspedes. Un bateador de calidad probada y muy chulo para montar el numerito de los coches de esta primavera pero al que le falta lo que hay que tener para dar un paso hacía adelante. Además no parece un tío que sea haga querer en los vestuarios; cuatro equipos en los últimos cuatro años lo demuestran.

En el resto del roster no encontramos a nadie que pueda (o quiera) asumir el rol de líder. Colón está de vuelta de todo. Con cuarenta y tres castañas bastante hace solo con estar y ejercer de vez en cuando como la mascota humana. Syndergard o DeGroom parecen demasiado jóvenes como para liderar un vestuario que tiene fama de complicado. A Granderson le falta carácter y Walker es un recién llegado que está de paso.

Ante este panorama y con unos Nationals que parecen de lo más solvente el equipo necesita un faro y la afición algo que le devuelva la ilusión. Reyes puede ser la dos cosas. Desde luego no va a arreglar los problemas de juego que arrastran los Mets desde principios de temporada, sus mejores años de béisbol quedaron atrás, pero si puede ayudar a encajar las piezas. La afición le quiere y el vestuario debería respetarlo. Reyes ha vuelto a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario