lunes, 4 de julio de 2016

Serie 26 vs Angels.

Viernes 1 julio. Angels 4-5 Red Sox.

En el soccer se habla habitualmente de la afición como el jugador número doce. Se dice que la grada, con sus ańimos, puede ayudar a ganar partidos. No deja de ser algo metafórico y cuya incidencia real es nula. En el béisbol si que se ganan partidos desde las gradas. No tanto por la pasión con que se chilla como por las ansias que los aficionados tienen por hacerse con una bola.

En la novena entrada, con Trout en primera, Nava pegó un batazo destinado a ser un triple. Hubiera permitido que la estrella de los Angels llegará al home y que los de California empataran el partido. El hit de Nava botó en el jardín derecho, pegó en la valla y antes de que siguiera su trayectoria hacía lo más profundo del outfield una mano salió de la grada y se hizo con ella. Interferencia. Lo que se iba a convertir en un triple fue un simple doble y Trout se tuvo que confirmar con la tercera base. Kimbrel no volvió a ceder hits y la victoria se quedó en Boston.

Antes de llegar a este polémico y afortunado final los Red Sox ya habían tenido un golpe de suerte. Después de unos primeros compases en que lo tuvieron todo de cara y llegaron a colocarse 0-5 vieron como el equipo de Anaheim recortaba distancias de sopetón. Un grand slam de Cron ponía a Wright contra las cuerdas y hacía que los cimientos de Fenway se tambalearan. Entonces los árbitros se vieron obligados a suspender momentáneamente el partido por la lluvia que caía sobre el centenario parque de Boston. Los bates de los Angels se enfriaron y los ánimos de los Red Sox se templaron para conseguir un triunfo tan necesario como agónico.

Los tres hits de Betts, la vuelta de Holt con dos imparebles y la buena actuación de Vazquez con una impulsada fueron fundamentales para los Red Sox, pero sin duda el gran protagonista del choque fue David Ortiz. El dominicano agrandó su leyenda al superar los 521 home runs de Ted Williams.

Sábado 2 julio. Angels 21-2 Red Sox.

Después de todo un mes de junio en caída libre los Red Sox llegaron al suelo. El aterrizaje fue todo lo duro que se esperaba. Un golpe seco contra el asfalto que hizo que sangre, visceras, y huesos astillados saltaran por los aires. Ante tan dantesco espectáculo Fenway solo pudo reir. Una risa demente e irónica que jaleaba cada nueva carrera de los Angels para no llorar.

En las últimas cuatro semanas se habían visto cosas que no funcionaban. Un día el bullpen no rendía como se esperaba. Otro el pitcheo abridor dejaba dudas. Una tarde el ataque no bateaba a su nivel. El pitcheo abridor volvía a estar horrible. En este partido se dieron todos estos problemas a la vez.

Buchholz volvió a protagonizar una nueva entrega de Terror en la Lomita. Los relevistas estuvieron espantosos y el ataque no produjo prácticamente nada. De los lanzadores ya venimos hablando desde hace tiempo y no es cuestión de volver a dar la tabarra. En este partido se dio la penosa coincidencia de que todos estuvieron muy mal a la vez. Resultado: 21 carreras.

Buchholz resopla en el montículo.
Lo del ataque preocupa más y la razón de su bajo rendimiento puede ser el cansancio. Un banquillo muy corto y que ofrece pocas garantías ha obligado a que los titulares hayan acumulado un partido tras otro sin descanso. La petición de un día libre que Bogaerts hizo la semana pasada evidenciaba esta situación. Betts y Shaw han disputado todo los partidos hasta la fecha. Bogaerts y Pedroia apenas se han perdido dos y Bradley y Hanley solo han descansado en cuatro ocasiones. El ataque de Boston es el mejor de las Mayores, pero si no se le cuida va a llegar muy quemado al final del verano.

Lo mejor será olvidar esto cuanto antes y pensar que el próximo partido empieza 0-0.

Domingo 3 julio. Angels 5-10 Red Sox.

Después de la debacle los Red Sox se parecieron a lo que se espera de ellos. Dominaron en ataque, desplegaron un buen fildeo (a pesar de algún lapsus de Bogaerts) y el pitcheo no colapsó a las primeras de cambios.

Los problemas que está generando la parte baja de la rotación obligaron a que O'Sullivan, un chico que ya había lanzado en un par de ocasiones en mayo, volviera a abrir un juego. No se le pedían florituras, con que no concediera dos cuadrangulares y cuatro carreras en la primera entrada bastaba. La verdad que el pitcher respondió.

No estuvo especialmente dominante, pero el buen hacer de la defensa ayudó a prevenir carreras y le dio tiempo al ataque. Poco a poco los bates de los Red Sox se fueron calentando y sin la presión asfixiante de tener que remontar el partido acabaron por explotar. En la quinta un rally espectacular de seis hits y  tres dobles ponía el 0-7 en el marcador.

Los Angels, espoleados por un Trout que hace de todo y que es sin duda el mejor pelotero de la actualidad, intentaron reaccionar. Aprovecharon la debilidad de O'Sullivan una vez que su brazo ya estaba fatigado y la irregularidad del relevo de Tazawa para ponerse 5-7. Cuando el miedo empezaba a sentirse de nuevo en Fenway un irreconocible Sandy León volvió a aparecer para devolver la tranquilidad a Boston.

León y Holt celebran una carrera.
El venezolano es un jugador distinto al que vimos el año pasado. Se le ve muy seguro en defensa pero lo que más sorprende es el rendimiento que está mostrando con el bate. Su promedio en 2016 es de .457 (cierto que solo lleva 35 turnos), muy lejos del pobre .184 de la temporada pasada. Una agradable noticia en el avispero que están siendo los Red Sox en el último mes.

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