La lesión de Wright obligaba a que Clay Buchholz volviera a ejercer como abridor, con la incertidumbre que eso conlleva. La lógica nos hacía pensar que el pitcher no pasaría de las cuatro entradas. Lo cierto es que se fue hasta las seis y completó su mejor actuación en lo que llevamos de año. No fue una maquina de retirar bateadores pero no cometió errores y lanzó de una manera inteligente.
La única carrera que Buchholz permitió llegó en la segunda entrada y no fue del todo culpa suya, sino que estuvo precedida de una dudosa decisión arbitral. Con J.D. Martinez en primera base McGehee mandaba la bola al jardín central en lo que parecía que iba a ser un hit sencillo. Pero por allí apareció Bradley. El jardinero hizo un esfuerzo espectacular y se lanzó para agarrar una bola que parecía inalcanzable. El defensor consiguió atrapara la pelota pero esta se le escapó del guante en la caída sin que los umpires lo notaran. J.D. Martinez confundido por el desarrollo de la jugada y por lo que habían marcado los árbitros decidió volver de segunda a primera donde McGehee que si parecía convencido de que había sido un hit le miraba sorprendido.
Con los dos banquillos protestando los árbitros repasaron la jugada para acabar con una decisión francamente extraña. Efectivamente la bola no había sido atrapada por Bradley, por lo que McGehee había logrado un hit y se quedaría en primera. Hasta aquí todo normal. La duda era que hacer con Martinez. Eliminarlo parecía demasiado duro, es cierto que el jugador de los Tigers había ido a una base ocupada, pero lo hizo por el error de los propios umpires. La decisión lógica parecería dejarlo en segunda, pues bien, le mandaron a tercera. Una bola de sacrificio del siguiente bateador permitía que Detroit anotará su primera carrera.
Los Red Sox se sobrepusieron a este revés inicial. En la cuarta un homer de León se perdía en el jardín izquierdo del Comerica Park y ponía de nuevo el empate en el marcador. Boston conseguía deshacer las tablas en la parte alta de la octava. Bogaerts anotaba primero al aprovechar un single de Ramirez y Betts ponía el 3-1 en un wild pitch de Justin Wilson.
Es entonces cuando un mal relevo de Tazawa y las malas decisiones de Farrell entregaron el partido a los de Michigan. Ross había estado bien en la séptima. Con solo diez lanzamientos retiró a tres bateadores y podría haber seguido en la lomita. Pero Farrell decidió meter al japonés, que lleva tiempo dando muestras de no estar nada bien. Nueve pitchs después Tazawa dejaba el montículo. Había concedido dos singles y un doble. Ziegler no pudo repetir la gesta de la semana anterior ante los D-Backs y Detroit se acabó llevando el partido.
Viernes 19 agosto. Red Sox 10-2 Tigers.
El partido tenía todo para ser un gran duelo de lanzadores. Porcello, que ha renacido de sus cenizas después de un 2015 horrible, se enfrentaba a Fulmer, uno de los principales candidatos a ser nombrado Rookie del Año. La poderosa ofensiva de los Red Sox se encargó de que no existiera tal duelo. Machacó al novato desde la primera entrada.
Los seis primeros bates que enfrentó fueron un auténtico potro de tortura para Fulmer. Consiguió eliminar a Pedroia y Betts, pero a cambio cedió un single de Bogaerts, un home run de Papi, un nuevo single de Ramirez y otro homer de Bradley que daban cuatro carreras de ventaja al equipo visitante nada más empezar el juego.
En la segunda entrada Detroit aprovechó el único momento de duda de los Red Sox. Un error de fildeo de Pedroia permitía a V-Mart llegar a la primera base para que a continuación J.D. Martinez la sacará y apretará un poco el marcador. Al mismo tiempo Fulmer pareció sentirse más cómodo con sus lanzamientos. Encontró ritmo y los Tigers, durante cuatro entradas, soñaron con la remontada.
Es entonces cuando el ataque de los Red Sox volvió a aparecer. Primero sacó a Fulmer del partido con cuatro hits consecutivos que supusieron dos anotaciones más. Luego siguieron cebándose con los relevistas. Dos dobles de Hanley, uno en la séptima y otro en la octava, impulsaban cuatro carreras más y redondeaban el marcador.
Sábado 20 agosto. Red Sox 3-2 Tigers.
En un partido igualado y algo espeso los Red Sox arrancaron una victoria agónica. Tanta fue la igualdad que todo podría haber terminado de manera bien distinta si una bola elevada bateada por Upton en la novena entrada hubiera avanzado unos cuantos centímetros más. Lo que fue un simple doble se hubiera convertido en un cuadrangular y otro gallo hubiera cantado.
La ofensiva patirroja volvió a dejar mucho que desear. En la tercera entrada se consiguieron cargar las bases con ningún out y lo único que se pudo sacar fue una carrera. Las otras dos anotaciones del equipo se consiguieron en la quinta, cuando después de un doble de Bogaerts Ortiz pegaba un homer que colocaba un 3-1 provisional en el marcador. Este hit de Big Papi fue la última jugada ofensiva de Boston en el partido. Ni un solo jugador fue capaz de embasarse entre la quinta y la novena entrada.
Tampoco los bates de los Tigers estuvieron especialmente acertados. Solo consiguieron seis hits en todo el encuentro y sus dos carreras fueron cortesía de sendos home runs de McCann y J.D. Martinez. Parte de la poca productividad de Detroit habría que atribuírsela a Pomeranz. Cada vez parece más asentado en la rotación de Boston y a pesar de no ser un pitcher ponchador si consigue forzar muchas groundballs que suponen outs fáciles para la defensa.
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Pomeranz cada vez tiene mejor pinta. |
Domingo 21 agosto. Red Sox 5-10 Tigers.
Los problemas que Rodriguez viene arrastrando en la rodilla desde el Spring Training obligaban a un cambio de última hora. Owens subía desde Triple AAA para hacerse cargo de la apertura del venezolano. Era la cuarta oportunidad del año para el prospect, que después de dejar un buen sabor de boca la pasada temporada ha mostrado cierto estancamiento en la presente.
Owens dio una base por bolas al primer bateador que enfrentó, demostrando que el control es el mayor de sus problemas. A pesar de no tener unos lanzamientos especialmente veloces (su fastball está en torno a las 90 millas) si posee un arsenal amplio que combina bastante bien. Pero tiene enormes problemas para localizar sus pitchs dentro de la zona de strike y acaba concediendo un número alarmante de walks.
Aún así el abridor de Boston completó dos capítulos iniciales espectaculares. Sin un solo hit y ponchando a cinco bateadores. En la tercera su magia se acabó de golpe. Los Tigers le masacraron con hasta cinco carreras que se convirtieron en ocho cuando en la quinta Justin Upton pegaba su segundo triple homer de la tarde.
Con el partido ya perdido el ataque de Boston fue capaz de inquietar al equipo de Michigan. Cuatro carreras en la séptima, con el primer cuadrangular de Benintendi en las Mayores, maquillaban un poco el resultado final.
Una derrota para cerrar una semana que se ha saldado con un muy buen balance de 5-2. Récord que es todavía mejor si tenemos en cuenta que Orioles y Blue Jays han fallado más de lo esperado. Además hay lugar para el optimismo: de los próximos dieciséis partidos de los Red Sox solo tres son ante equipos por encima del .500. Esperemos que caigan un buen número de victorias.
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