23 mayo vs Rangers. W 11-6.
24 mayo vs Rangers. W 9-4.
25 mayo vs Rangers. w 6-2.
26 carreras en tres partidos. 38 si incluimos el último de la serie anterior. Y la clave no ha estado en los home runs, solo se han pegado tres. La clave ha estado en correr. Se han robado ocho bases y se ha estado mucho más agresivo. Se ha corrido para convertir cada single en doble y cada vez que un corredor estaba en tercera los catchers tenían que vigilarlo por el rabillo del ojo.
Parece que la decisión de cambiar un poco las cosas se produjo el lunes, justo antes de empezar esta serie. Dombrowski se reunió con parte del staff y se estuvo hablando, entre otros asuntos, de como mejorar el rendimiento del equipo en el campo. Si tenemos en cuenta los problemas para pegar con poder, el hecho de que los Red Sox tienen uno de los peores registros de isolated power de la MLB pero de que a cambio se cuenta con muy buenas piernas en la plantilla, lo de correr parece de cajón. Y de vez en cuando, solo de vez en cuando (básicamente siempre), las decisiones más sencillas son las mejores.
El papel del pitcheo en la barrida fue algo irregular. Porcello volvió a dejar dudas en el primer choque de la serie. Concedió muchos hits y tuvo problemas para inducir strikes. Sale decepcionó en el segundo partido, no porque jugara mal, sino por las expectativas que había. Después de ocho aperturas consecutivas con diez o más strike outs optaba a convertirse en el primer pitcher en lograr tal hazaña nueve veces seguidas. No lo logró y de momento se queda en una lista donde le hacen compañía Pedro, Nolan Ryan y Randy Johnson. No está mal.
La gran sorpresa se produjo en el último partido. En este 2017 Pomeranz opta al premio de jugador más irregular. Su apertura anterior fue un desastre, esta fue una joya con momentos de absoluta perfección. En el segundo episodio, por ejemplo, logró tres K's con solo 11 lanzamientos. Se fue del choque en la sexta entrada con 11 ponches y dos carreras permitidas. El bullpen completó su buen hacer con otros nueve strike outs ante unos Rangers muy pasados de frenada.
Una barrida que llega en el mejor momento posible. Salva momentáneamente la primera crisis de la temporada y le da a Farrell algo de crédito.
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