29 agosto at Blue Jays. W 3-1.
30 agosto at Blue Jays. W 7-1.
La serie tuvo aires de entrenamiento. A día de hoy los Blue Jays son un equipo sin rumbo y con un futuro incierto. Se fueron deshinchando poco a poco en cada partido hasta llegar a un último encuentro en que presentaron un lineup plagado de suplentes.
No se puede hablar de una gran gesta de los Red Sox. Se supone que un equipo que aspira a hacer algo en octubre debe ser capaz de arrasar a un último clasificado a estas alturas de la temporada.
Quizás lo más importante de esta serie fue ver el miedo que esta plantilla le esta perdiendo a robar bases y manufacturar carreras. Algo que Boston debe hacer con más frecuencia debido a su ya conocida carencia de poder y a su desesperante tendencia de dejar corredores en circulación.
La llegada de Rajai Davis puede ayudar mucho en este sentido. Es el tercer jugador en activo con más bases robadas y un profesor de lujo para Betts, Benintendi y compañía. Durante esta serie los Red Sox apostaron por un lineup cuyos cinco primeros bates eran una auténtica amenaza para el robo de bases: el propio Davis como leadoff seguido de Nuñez, Benintendi, Betts y Bogaerts. Los resultados han sido más que satisfactorios: once almohadillas robadas y ningún corredor pillado en el intento.
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Hanley y Vázquez: los dos payasetes del equipo. |
El pitcheo volvió a cumplir. En esta serie vimos que Pomeranz es una realidad muy consolidada y el número 2 de la rotación a día de hoy. Sale se resarció de sus dos malas salidas anteriores y mandó un mensaje a todos los que dicen que Kluber debe ganar el Cy Young. Porcello, por su parte, sigue asentándose: ERA de 3.81 desde el All Star.
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