martes, 1 de agosto de 2017

Serie 27 vs Royals. Ese ARTISTA llamado John Farrell.

28 julio vs Royals. L 2-4.
29 julio vs Royals. W 9-8.
30 julio vs Royals. L 3-5.

Hay quien dice que la obra artística debe nacer y morir en la cabeza del artista. Que lo verdaderamente puro y bello es la concepción en la mente del creador. Al plasmarlo, al convertir esa idea en algo material se pierde la esencia. El arte, que es una condición única del ser humano y que emana de la individualidad más absoluta, pierde toda su carga liberadora cuando se convierte en cuadro, estatua o poema.

Es muy probable que John Farrell sea un ARTISTA y no lo sepamos. Él, en su cabeza, ya ha visto a este equipo ganando 130 partidos y arrasando en los playoffs como nadie ha hecho nunca. Sabe como conseguirlo. Para él, el reto ya ha terminado. Como buen ARTISTA se lo guarda para sí mismo. Poner sobre el diamante todo eso que él ya ha visto sería una ofensa contra sus principio. Una traición a su condición de ARTISTA.

Farrell en pleno brote del Síndrome de Stendhal.

Farrell sabe como solucionar el horroroso .230/.296/.333 que los Red Sox tienen como línea de bateo desde el All Star. Sabe como se deberían correr las bases para sacar más ventajas. Sabe como gestionar el bullpen. Sabe como hacer que Porcello recupere sensaciones. Sabe como ayudar a Betts a ganar el MVP y hasta sabe como recuperar a Smith y a Thornburg de la lesión.

Mientras Farrell sigue negándose a compartir todo su arte con el mundo los Red Sox continuarán arrastrándose por la MLB. Contra los Royals volvieron a ser un equipo romo, sin carácter y que parece no disfrutar. Los bailes y sonrisas que veíamos en las caras de los outfielders después de cada victoria quedan lejísimos aunque eran la norma hace unas pocas semanas.

La única victoria de esta serie se produjo en las entradas extras, y la celebración fue patética. León, que hizo un slide espectacular para llegar al home, se quejaba de dolor en el brazo mientras un único compañero, Benintendi, no sabía si abrazarlo o interesarse por su estado. Nuñez, el impulsor de la carrera ganadora, escupía el polvo de talco que algún gracioso le había lanzado a la cara sin que nadie le felicitara por la victoria. Un hecho que ilustra bien ese extraño ambiente que se dice que hay en el vestuario.

Nuñez o el moderno Prometeo.
La llegada de Nuñez debe haber sido terrible para el ARTISTA Farrell. Solo cuatro partidos con los Red Sox y ya es el bate más peligroso del equipo. Farrell lo debe ver como una suerte de Prometeo que quiere sacar el arte de su cabeza y entregárselo al pueblo. Esperemos que otros se unan a su causa.

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