lunes, 25 de abril de 2016

Serie 6 @ Astros.

Viernes 22 abril. Red Sox 6-2 Astros.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Así iban cayendo los hits de los Red Sox en su primer día en Texas. Se dejaron de lado los cuadrangulares, mejor resevarlos para ocasiones especiales. Es preferible así, que la ofensiva funciones a base de contacto. Depender del poder es un mal asunto, en algún momento la pólvora se moja. 

Hasta quince hits conectaron los bates de Boston, entre los que destacó un Betts que ya empieza a rendir como se esperaba. Dos triples, un doble y cuatro hits para el mejor leadoff hitter de la MLB. 


En el montículo volvió a brillar Steven Wright. Sus lanzamientos fueron una pesadilla para los bates de poder de los Astros. Para la memoria quedará la charla de Correa en el dugout, donde con cara de alucinado reproducía los movimientos de las bolas de Wright. El nudillero está ocupando la plaza del lesionado Rodríguez. Esta siendo el mejor abridor y la duda es saber qué pasará con él cuando el venezolano vuelva.

Sábado 23 abril. Red Sox 3-8 Astros.

Parecía que este segundo choque iba a ser igual al primero. Betts conectaba un doble en su primer turno y Pedroia impulsaba la carrera. Pero ahí se acabó la fiesta. Los Astros empataban a renglón seguido y durante las siguientes entradas asistimos a un bonito duelo de pitcheo con Castro y Vazquez, dos catchers eminentemente defensivos, actuando como directores de orquesta.

Buchholz estaba manteniendo a raya a los bateadores de los Astros. Sus lanzamientos lentos y quebrados estaban siendo efectivos, entonces se le cruzó el cable. Con bases llenas y después de lanzar dos curvas que Rasmus abanicó sin saber ni donde estaban le colocó una bola rápida en el centro de la zona. Un regalo que el bateador recibió con los brazos abiertos. Grand Slam y 1-5 para los locales.

La ofensiva de los Red Sox no fue el cóctel anfetamínico de hits de otros días, pero se las apañó para anotar dos carreras y reducir distancias. Entonces Farrell, en una decisión que le va a costar muchas explicaciones, decidió jugársela con Ramirez y Elias como relevistas. Kinbrel, Koji y Tazawa veían como Houston anotaba tres carreras más, anulaba la remontada y empataba la serie.

Domingo 24 abril. Red Sox 7-5 Astros.

Desde la primera entrada quedó claro que el motorcillo de conectar hits de los Red Sox iba a funcionar. Las buenas piernas de los bates y una defensa de los Astros algo timorata hacían el resto. Seis imparables y cinco carreras en los tres primeros episodios.

El buen papel de la ofensiva debería haberle quitado presión a Owens. El lanzador afrontaba su primera apertura del 2016 con algunas incógnitas sobre su pitcheo. Nadie duda de su capacidad de lograr K's, pero su control es algo deficiente. A pesar del colchón que se le otorgó Owens estuvo errático. Solo aguantó 3.1 entradas en las que repartió cuatro strikeouts al tiempo que cedió cinco hits, cuatro bases por bolas y tres carreras.

Feldman tampoco estuvo bien en su papel de abridor. Se retiró en la quinta entrada dejando el partido en manos de los relevistas de los Astros. El destino quiso que fueran los refuerzos fundamentales de cada uno de los bullpens los que fallaran. Primero fue Kimbrel, quien en la novena permitió un doble homer que mandaba el partido a las entradas extras. Ken Giles, que llegó a Houston a cambio de un nutrido paquete de prospectos, se anotó la derrota al permitir dos anotaciones a los Red Sox en el duodécimo episodio. Tanto Kimbrel como Giles se están topando con los poderosos bates de la Liga Americana.

Decía Nick Cafardo en el Boston Globe que los Red Sox necesitaban algo que le hiciera cambiar el chip. Un momento especial que ayudará a dar el salto definitivo. Puede que esta victoria, por las circunstancias en que se logró, lo sea. Boston está abonado al .500, por delante una serie de cuatro partidos contra los Braves que parecen idóneos para despegar.

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