Es cierto que Price consiguió doce strikeouts y solo encajó una carrera pero no echemos las campanas al vuelo. Los Astros son el segundo equipo que más se poncha de toda la liga. Ya lo fueron el año pasado. En 2015 les salvó su capacidad para lograr cuadrangulares, este temporada les esta costando mucho más producir en ataque. La salida de Carter, las lesiones de Gattis y la nula aportación de Valbuena y Gómez están resultando determinantes.
El ataque de los Red Sox sigue a lo suyo, es decir, arrasando. Hace unas semanas decíamos que el equipo anotaba gracias al contacto y a las piernas. Un aseado promedio de bateo y un buen acierto a la hora de lograr bases extras bastaban para lograr seis o siete carreras por juego. Cuando han empezado a llegar los cuadrangulares todo ha saltado por los aires.
Después de este partido los Red Sox promediaban 5.91 anotaciones por partido y acumulaban 51 carreras en sus últimos cuatro enfrentamientos. Pero no solo han llegado los home runs, sino que el promedio de los bateadores ha subido todavía más. Al terminar este primer choque contra los Astros el equipo estaba pegando para .295. Bogaerts, Pedroia, Ortiz, Ramirez, Shaw y Bradley Jr., seis de los bates habituales, superaban el .300.
Viernes 13 mayo. Astros 7-6 Red Sox.
La lluvia no ayudó a Steven Wright. Después de su magnifica apertura frente a los Yankees el nudillero sufrió ante los Astros. Sus lanzamientos no encontraron el movimiento de otras ocasiones y los bateadores le hicieron contacto con facilidad. Tampoco ayudo la defensa de los middles infielders. Los shifts de los Red Sox permitieron que varias bolas rodadas que deberían haber sido inofensivas se colaran entre Pedroia y Bogaerts.
El primer relevo de Wright fue Barnes, y tampoco estuvo acertado. Con el partido empatado cedió un doble homer a Springer para que los texanos se pusieran por delante. Tanto el outfielder como Altuve firmaron un partido enorme. Fueron una auténtica pesadilla.
Ross, Koji y Kimbrel si cumplieron. No permitieron carreras y dieron a la ofensiva algo con lo que trabajar. Lamentablemente no todos los días toca fiesta. Los bateadores cumplieron. Once hits y seis carreras lo demuestran, pero no fueron la supernova explosiva de los últimos cuatro partidos. Derrota y fin a una racha de cinco triunfos consecutivos.
Sábado 14 mayo. Astros 5-6 Red Sox.
BUM. Homer de Correa. BUUUUM. Grand slam de Springer. Dos entradas y los Astros ya ganaba 5-1. Las redes sociales ardían en críticas hacía Buchholz (servidor incluido). Su bola rápida está siendo su condena. Poca velocidad y mala colocación. Un regalo para los bateadores.
Cada turno al bate de los Astros se convirtió en un parto. Tanto el propio Buchholz como todos los relevos que vinieron detrás necesitaron muchos lanzamientos para retirar atacantes. Si bien es cierto que los Astros no consiguieron anotar más allá de esas cinco carreras iniciales.
La ofensiva de los Red Sox se resistió a la posibilidad de una segunda derrota y empató el choque. Bradley prolongó a veinte su racha de juegos consecutivos con hit mientras que Ortiz continuó engrandeciendo su leyenda. Con un cuadrangular y un triple en la novena mandaba el encuentro a las entradas extras.
Y en el décimo primer episodio el partido alcanzó su conclusión "lógica". Después de que Kimbrel y Koji hicieran su trabajo Ortiz volvió al cajón para vestirse de héroe una noche más. Su doble número seiscientos impulsaba la carrera de Bogaerts y ganaba el partido para los Red Sox. Sin palabras lo que el dominicano está haciendo en la temporada de su despedida. Se rumorea que John Henry ya ha encargado un bronce que en breve acompañará a los de Williams, Pesky y Yastrzemski.
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Ortiz se llevó la base de su doble número 600. |
Domingo 15 mayo. Astros 9-10 Red Sox.
O'Sullivan abría para Boston y Devenski para Houston. Los dos empezaron perdidos. Bogaerts y Valbuena aprovecharon las concesiones de los lanzadores para pegar sendos triples homers. Al final de la segunda entrada ya se habían anotado un total de nueve carreras y los Red Sox dominaban 3-6.
La debacle obligó a Hinch y Farrell a mover sus bullpens antes de lo esperado. Tampoco los relevistas brillaron. El partido se fue empastando y se convirtió en un auténtico disparate. Los Red Sox llegaron a disponer de cuatro carreras de ventaja (4-8), pero los errores y las malas decisiones permitieron a los Astros dar la vuelta al marcador.
En el séptimo episodio una "pequeña" discusión entre Holt y el umpire acabó con el bateador en la calle. La decisión hizo despertar a la ofensiva de Boston, anestesiada desde la tercera entrada. Hanigan y Rutledge, que venían siendo los jugadores más inspirados de los Red Sox, se las apañaron para lograr dos carreras que daban una ventaja mínima a los suyos.
Tazawa y Kimbrel se fajaron y no hicieron tonterías. Eliminaron a los seis bateadores que pasaron por el cajón y cerraron la serie para los Medias Rojas.
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