Hace un días comentábamos que la ofensiva de los Red Sox estaba fundamentándose en el contacto, como si se estuviera dejando el poder para ocasiones especiales. El primer duelo contra los Yankees parecía una de ellas. En la octava entrada y con el partido empatado Ortiz añadía una nueva muesca a su revolver. Un doble homer al monstruo verde que hacía que todo Boston estallará.
En Fenway se vivió una noche de béisbol con mayúsculas. Los Yankees salieron en tromba y no tardaron en golpear. A-Rod, en su papel de villano recurrente, la mandaba a las gradas para anotar la primera carrera de los Bombarederos. Capitaneados por un Tanaka muy acertado los de Nueva York conseguían aumentar su ventaja y plantarse en la séptima entrada con el 2-0 en el marcador.
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Ortiz abraza a unos niños después de su homer. |
Es entonces cuando la ofensiva de los Red Sox despertó. Hasta el momento Tanaka había permitido tres hits, en este episodio le cayeron otros tantos acompañados de dos carreras que empataban el choque.
Llegar igualado con los Yankees a las entradas finales parece un suicidio. Lo normal es que su bullpen active la máquina de hacer K's y te destroce. Pero esta vez ya sabemos como terminó la historia. El imbateable Dellin Betances encontró en Big Papi la horma se su zapato.
Sábado 30 abril. Yankees 0-8 Red Sox.
Somos muchos los que debemos pedir perdón a Rick Porcello. Después de un 2016 en el que su rendimiento no fue bueno por la recuperación de una lesión está completando un espectacular inicio del 2016. En este choque contra los Yankees lanzó su segundo blanqueo consecutivo. Estuvo brillante. Controlando sus lanzamientos perfectamente y logrando un contacto muy débil que le está convirtiendo en el pitcher que más dobles matanzas provoca.
Mientras Porcello secaba a la ofensiva de Nueva York los bateadores de los Red Sox tensaban la cuerda hasta que esta acabo por romperse. Se dedicaron a contactar prácticamente todas las bolas que los lanzadores les daban. Raro fue el episodio en el que el pitcheo de los Yankees no tuvo que realizar más de veinte lanzamientos.
El primero en quebrarse fue Pineda. En la quinta entrada había permitido dos carreras y lanzado más de cien pitchs. El bullpen no mejoró la situación. Entre Shreve, Yates, Barbato y Goody se repartieron tres episodios en los que se vieron obligados a realizar noventa y ocho pitchs. Ninguno logró cortar la hemorragia y Boston, con un gran Bradley Jr., anotó seis carreras más. Un destrozo en toda regla.
Domingo 1 mayo. Yankees 7-8 Red Sox.
Partido de los que hacen afición para cerrar la serie. Quizás no del gusto de los puristas, pero vibrante. Poco pudieron hacer Price y Eovaldi frente a dos ofensivas que salieron desatadas. Tampoco la lluvia que cayó en Fenway durante toda la noche ayudó mucho a los pitchers.
Un A-Rod que está encontrando su forma poco a poco se encargó de poner la primera ventaja significativa del choque. Un doble homer que suponía el 3-1 para los visitantes. Los hits se sucedían por uno y otro bando y las alternancias en el marcador se fueron produciendo hasta que un cuadrangular de Shaw en la quinta dejaba el partido empatado a seis.
Es entonces cuando el menos esperado acabó decantando el partido. El boricua Christian Vázquez está demostrando ser un gran catcher defensivo, algo de sobra sabido, pero su aportación con el bate es pobre. Quizás esta fama es la que le valió para pillar desprevenido a Betances y engancharle un home run que a la postre supuso la victoria.
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Vázquez y Hanley celebran la victoria. |
La primera barrida de la temporada es doblemente positiva. No solo ha llegado frente a los Yankees, sino que también sirve para que el equipo se coloque al frente de la AL Este. Ahora un viaje a Chicago que será la prueba del algodón. Serie contra los White Sox para saber el verdadero nivel de los Red Sox.
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